México, D.F.- Comenzó ya en el país una reforma pendiente entre todas las emprendidas y ya en aplicación por parte del gobierno: la de la salud, que como la educativa busca proporcionar a la población ese beneficio con calidad; una salud verdaderamente universal, como lo ha propuesto el Presidente Enrique Peña Nieto.
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El director del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), Mikel Arriola, anunció un programa que por primera vez, desde su creación en 1943, durante el gobierno de Manuel Ávila Camacho, se propone dar a los sesenta millones de beneficiarios el trato digno, humano, cuya carencia ha sido una de las deficiencias de esa importante sección del sector salud.
Con la participación del Sindicato de Trabajadores del IMSS, se emprenderá una tarea para la capacitación de unos cuatrocientos mil empleados de la Institución —personal de atención al público, administrativos, médicos— cuya finalidad es mejorar el trato que reciben los derechohabientes en todos los servicios. Que al derechohabiente del IMSS, desde su primer contacto con la Institución hasta los más elevados, sea tratado como lo que es, una persona, un ser humano que acude a un servicio al que tiene derecho porque lo paga con el fruto de su trabajo y no como una dádiva de beneficencia gratuita.
Que al usuario de los servicios del IMSS, en todos los órdenes, se le mire a la cara, se le dé la atención que corresponde, dijo el director Mikel Arriola el día mismo de su toma de posesión.
La tarea que la dirección del IMSS se ha impuesto para lograr este cambio en el trato al derechohabiente y sus dependientes será difícil de llevar adelante. Además de la capacitación, habrá de lograrse un cambio profundo en la actitud de cada uno de los trabajadores que prestan ese servicio, unida a una reorganización administrativa para agilizar trámites y gestiones del usuario, en toda la escala del sistema debe trocarse la frialdad, el desapego y hasta el despotismo con los que se lo trata por una atención digna y humana.
A través de los años, desde su fundación, el Instituto Mexicano del Seguro Social ha fortalecido su imagen y su prestigio como una institución de excelencia, de las más avanzadas en la medicina, a la altura de las mejores de México y del mundo.
Los avances científicos y médicos alcanzados por el IMSS no se corresponden, infortunadamente, con la calidad de la atención al derechohabiente. En el aparato burocrático, pero también en las instalaciones de atención al paciente, se parte de un equívoco, de una interpretación errónea del origen y la misión de una institución creada con la participación de toda la sociedad. Para el derechohabiente y sus dependientes, el servicio del IMSS no es, no debe ser, un derecho o una prestación que el Estado proporciona de manera gratuita. El servicio del IMSS tiene la forma de un contrato social entre el trabajador y el Estado, por el que paga con su trabajo.
En esencia, no debería haber una diferencia entre la atención que se proporciona en la institución de seguridad social y la medicina privada, el médico particular y el costoso hospital, en el que la mayoría de los médicos son a la vez empleados del IMSS o de alguno de los sistemas públicos de salud.
En la pasada administración del IMSS se anunció el logro de una reorganización que está en vías de superar el deterioro financiero del Seguro Social para darle viabilidad económica.
Toca ahora una reorganización total, la creación de una nueva mentalidad en los servicios que presta el IMSS, que constituirá una verdadera reforma en beneficio del amplio sector de los derechohabientes de la institución.